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Cajío de lo real maravilloso a la realidad

para Ana Marta Carvajal, amiga, historiadora y guireña 100%

Nacer y vivir en una Isla significa llevar un mar dentro con todas sus tormentas, misterios, períodos de calma… misterios, pero sí además eres hija de Yemayá, la dueña del mar por la religión yoruba, y vives en un pueblo con costa; nacer en una Isla es una bendición de la vida y los santos. 

Nací hace 48 años (a cumplir a final de mes) en un pueblo de campo llamado Güira de Melena en Cuba y vivo orgullosa de mi playa -a tal punto- que casi todas mis identificaciones se nombran igual a la playa: Cajío.

Con la advenimiento del mes de enero hace unos días fui al mar a dar gracias a la deidad por la llegada del nuevo año, a pedir salud, protección y bendiciones no solo para mi persona, pareja, madre, familia, amigos, padrinos sino… para toda la humanidad. Pedí luz para los eggums que me acompañan y un renacer de mi Patria y sus hijos.

Imposible no recordar la infancia, los viajes de fin de semana, el bullicio de la playa, el olor a pescado en el bar, a mi padre tomando cerveza y a mis hermanos bañándose en el río o en Mégano o la Zanjita, estas últimas posetas de aguas dulces y profundas. Imposible no recordar la leyenda del Indio Cajío, ese que aun permanece de frente al mar cuidando su pueblo. 

HISTORIA

Entre el 10 y el 11 de junio pero de 1494, en su segundo viaje, el Almirante Cristóbal Colón vio las costas de Cajío. Su hijo Fernando Colón es quien anota en el diario de navegación que “la costa era muy baja y llena de muchas islas”. Lo que coincide con Cajío y la cayería de las Cayamas. Mientras que el cartógrafo y piloto Juan de la Cosa, compañero de viaje de Colón en 1494, señaló en su mapa a toda esta zona como Guanímar1. No es hasta 1841 que Cajío va aparecer en el plano geográfico de la Isla de Cuba, Gracias a Ramón de la Sagra.

Durante esas fechas en estas costas floreció el contrabando y la piratería. Hasta esta playa se acercaron piratas famosos como Henry Morgan, Francis Drake, el holandés Pata de Palo y hasta el cubano Diego Grillo.

Fundada el 22 de noviembre de 1560, Cajío es una pequeña comunidad pesquera al sur de mi pueblo, fue “un corral habitado por españoles e indios”, según actas resguardadas por el Cabildo de La Habana.

Cajío ha sido afectado además por más de 40 organismos ciclónicos en un período de 131 años, de 1891 al 2022. Entre los más famosos está el huracán del 44, donde el agua entró 10 kilómetros tierra adentro y tomó una altura de 5 metros; del pasado reciente el Huracán Charley de Categoría 3 -el 12 de agosto del 2004- ha sido uno de los más fuertes, destruyendo el 99,6% de las viviendas, pues el agua se sobreelevó 4 metros por encima del nivel del mar.

LEYENDA

Cuenta la leyenda que en este lugar vivió una tribu de pescadores cuyo cacique se llamaba Cajío. Al llegar a la edad del matrimonio se casa con la hermosa Sibanacán, naciendo así un hijo varón fuerte y valiente al que nombraron Cají. Con la llegada de los conquistadores el pueblo está amenazado, unido al hambre, por lo que el joven Cají pide al padre ir al mar para bajar al fondo a pedir ayuda a los dioses que allí vivían. A cambio el joven se convirtió en pez para que a su pueblo no le faltara la comida. Es así como el pez Cají, caracteriza esta zona.

Se dice que el indio Cajío mantuvo celosamente su libertad a pesar de los conquistadores y que una vez que el mar intento destruir la playa, los habitantes colocaron su imagen con los brazos sobre el pecho y los salvo del desastre. Desde entonces es el guardián y protector de la playa y sus habitantes. Lo cierto es que esta playa de aguas medicinales es conocida en toda la Isla; y que el indio Cajío fue mandado a construir por el gobernador y doctor en farmacia Antonio Rodríguez Hernández en la década de 1920, su ejecución estuvo a cargo el escultor local Enrique Arambarri. La idea era atraer turismo a la playa, a partir de ahí la leyenda fue de boca en boca. Hasta nuestros días.

GASTRONOMÍA

Otro detalle que distingue mi playa son los platos culinarios de la zona.

El primero de ellos es el Brisote, o Sopón de Pescadores. En las largas temporadas de pesca menguaban las provisiones y al encontrarse en un cayo o en alguna embarcación, los pescadores elaboraban este brisote (brisa débil en el argot marino), en espera de vientos propicios. 

Brisote, o Sopón de Pescadores

Ingredientes:

• 1 taza de frijol negro

• Frijol blanco, 1 taza

• 1 taza de frijol colorado

• Garbanzos, 1 taza

• 1 libra de pescado fresco

• Aceite, sal, tomate, ajo, cebolla, ají y otras especias.

Modo de preparación: Se ablandan previamente los granos. El pescado se hierve, se limpia de espinas y se desmenuza. Se mezcla todo y se cocina a fuego lento. Mientras se espesa, se fríen en aceite el ajo, la cebolla y el ají, y se le añaden otras especias al gusto. Se deja en el fuego hasta que resulte un caldo espeso.

Pollo Cajío. 

Un inmigrante chino, asentado en El Cajío a inicios del siglo XX, fundó un pequeño restaurante. En ese mismo lugar hoy se encuentra la cafetería del pueblo. Su plato principal fue el Pollo Cajío. La receta se generalizó en las décadas del cincuenta y sesenta, pero hoy… se ha perdido.

Ingredientes:

•Un pollo

•Jamón, 1 libra

•Queso, 1 libra

•Aceite, tomate, especias y condimentos al gusto.

Modo de preparación: El pollo debe deshuesarse minuciosamente. Utilizando con precisión el cuchillo, se logra conservar la forma, retirando los huesos y en su lugar colocar rollos de jamón y queso. Otra variante del platillo ha sido alargar la masa del pollo, rellenarla y enrollarla, logrando un cilindro más o menos uniforme. Se empana o rebosa, se fríe, se corta en lonjas y se sirve con una salsa de especias, aceite y tomate.

De la leyenda a la historia y viceversa va mi playa, ya no es lo que fue: ni viajes de familias los fines de semanas, ni bar (a penas), ni sombrillas, ni posetas de aguas dulce, ni zonas de baño prácticamente… pero no hay güireño y guireña que no sienta al pez Cají saltar dentro del pecho cuando se nombra su playa.

Plegaria del pescador

a la Virgen de Regla, mi Yemayá.

A la mar

iremos bajo tu manto

con una copla en las redes

y los sueños a la intemperie.

Mi corazón en tus manos

tiene el brillo

del amor que me espera

y la fe del niño silvestre

que guarda el verano bajo la almohada

para cuando el invierno

lo obliga a cerrar las ventanas.

A la mar

voy porque una estrella patrona

tiene marcado mis peces

en el horizonte.

¡Oh Virgencita!

limpia el cielo de tormentas.

Mi vida en tus manos

es la ola que besa la arena

de blanca espuma.

Bibliografía: 

Cajío, la leyenda viva, del escritor bejucaleño Omar Felipe Mauri.

– Textos de internet.

Güira de Melena, 6 de enero del 2023. 

Mi autoregalo de reyes.

*Yuray Tolentino Hevia, poetessa