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Ala y color sobre Cuba

Hay tanto que decir, que ha de decirse en el menor número de palabras posible: eso sí, que cada palabra lleve ala y color

Hay tanto que decir, que ha de

 decirse en el menor número de palabras posible: 

eso sí, que cada palabra lleve ala y color.

José Martí.

Yerran los que llevan el nombre de la Patria como un tatuaje en la piel, un spot publicitario o una gran cuenta bancaria para intereses propios. Yerran los políticos, esos: los que empinan papalotes sobre el sudor del pueblo, los que lanzan rollos de papel higiénico y chistes de mal gusto desde un micrófono donde se sienten el ombligo del mundo. Yerran porque siempre que omitan el pasado y utilicen el poder para el goce excesivo estarán mancillando la tierra que los vio nacer porque la Patria es respeto y cielo abierto para todos sus hijos, vivan donde vivan.

Vivo feliz de mis raíces, de mi barrio pobre lleno de utopías y calles agujereadas como los cráteres de Marte. Vivo feliz porque soy fiel a mi fe, a la poesía y a las alas y los colores de Cuba que siempre tendrá mi beso en la estrella solitaria. Vivo feliz porque no discuto de política y amo por igual a mis amigos, sean zurdos, derechos o ambidiestros, porque mis ideas solo las comparto con mis santos.

Hace unos días el 15 de julio del presente pude tocar Cuba desde su historia y llorar. Gracias al incondicional y fiel amigo Félix Rizo alias Chicho Porras o viceversa, visité la Cuban Heritage Collection (CHC), creado en 1998, en la Biblioteca Otto G. Richter de la Universidad de Miami. Allí de la mano de Gladys Gómez-Rossié, Community Relations Coordinator del (CHC) pude ver Cuba: nuestra Patria, que nos contemplaba orgullosa en los archivos llenos de flores blancas. Miami y su Universidad en su centenario me regalaron el privilegio del ver y tocar las piedras de Lydia Cabrera y sus vírgenes, Ediciones del periódico Patria; igualmente anaqueles con colecciones de las revistas Bohemia, Carteles, Unión, Verde Olivo…, primeras ediciones de Gertrudis Gómez de Avellaneda, Plácido, María del Villar Buceta, nuestra Cecilia Valdés de Cirilo Villaverde; periódicos como El Moro Muza, Revolución; pertenencias de Reinaldo Arenas, Gastón Baquero, María Inés Fornés, pintura de Gil García, los primeros mapas de La Habana… en fin tanta Cuba que mis ojos no podían ver por las lágrimas que me nublaban el iris.

Luego quise saber más y llegué a nombres como Esperanza Bravo de Varona (Santi Spíritus, 27 de septiembre de 1927-Miami, 23 de febrero del 2023) bibliotecaria y archivista; artífice de la mayor documentación y preservación del Patrimonio Cultural Cubano fuera de la Isla, quien falleció a los 95 años. Esperanza llevó a cabo durante 45 años una faena digna de admirar al recopilar y conservar archivos, mapas, libros, periódicos, papelería… Junto a ella otras mujeres cubanas insignes brillaron en su equipo al rescatar, proteger y mantener los datos sobre Cuba, fueron ellas Rosa Abella y Ana Rosa Núñez, ya fallecidas y Lesbia Orta Varona y la propia Gladys Gómez-Rossié. Confieso que nada sabía de ellas, tristemente. 

Para cualquier investigador, sea cubano o no, llegar a la CHC es necesario como igual lo es la Biblioteca y el Archivo Nacional de Cuba. También se tendrá que hablar de aquellos mecenas millonarios que hicieron posible esta sede como Elena Díaz-Versón Amos quien donó el primer millón de dólares para la construcción del edificio para los materiales cubanos de la biblioteca y del empresario cubano Roberto C. Goizueta (18 de noviembre de 1931-18 de octubre de 1997) presidente, director y director ejecutivo (CEO) de The Coca-Cola Company desde agosto de 1980 hasta su muerte a la edad de 65 años. A Goizueta se debe la principal donación para crear la sede permanente de la (CHC) inaugurada en el 2003, posteriormente seis años después en el 2009 dio una subvención durante cinco años para financiar el proceso de digitalización de los archivos y la preservación y desarrollo de la colección que se encuentra en la inmueble 

En el 2005 la Universidad de Miami honró con el nombre de Esperanza Bravo de Varona una de sus cátedras. El pabellón que protege y guarda la mayor Colección del Patrimonio Cubano más allá de nuestros mares se nombra Roberto C. Goizueta y su sala de conferencias Elena Díaz-Versón Amos.

Gracias a todas las personas que ponen Ala y Color a la memoria histórica de la Patria, que es de Todos y para el bien de Todos.

*Yuray Tolentino Hevia, poetessa