La vida es hermosa: Manuel Mendive
Con este trabajo quiero homenajear al maestro Manuel Mendive por el próximo cumpleaños a cumplir. También felicitarlo por su más reciente muestra personal: “la vida es hermosa”, inaugurada el pasado 26 de noviembre en la Sala Vasari del Palazzo della Cancelleria en la Ciudad del Vaticano, Roma, Italia. Comisariado por Eriberto Bettini, texto de Luciano Caprile y Jorge Fernández y presentación de Roberto Bussola[1].
Cuando suena en el monte la metáfora[2]
De la madre agua nace el universo, y los colores y las formas. El ir y venir de la vida y de la muerte. De este nacimiento, y de los mitos y la metáfora nace el sello único; de quien gira la brújula y lleva la sangre de África y del Caribe en un morral, junto a los orishas y el verde caimán llamado: Cuba. Manuel Mendive: sabe como conservar y repartir el ashé de sus ancestros, entre los hombres de buena voluntad y energía; sea en el plano místico o terrenal.
Nacido en una humilde morada del capitalino barrio Luyanó, el viernes 15 de diciembre de 1944 Manuel Mendive Hoyo; aprendió de su madre Matilde el gusto por la música y las artes plásticas. En 1963 se gradúa de pintura y escultura, en la Academia de Bellas Artes de San Alejandro, y posteriormente realiza estudios en el Departamento de Etnología y Folklore, de la Academia de Ciencias de Cuba e Historia del Arte en la Facultad de Humanidades de la Universidad de La Habana. Es miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y de la Asociación Internacional de Artistas Plásticos (AIAP). En 1955 obtiene su Primer Premio, con a penas 10 años, en el concurso infantil “Exaltación a la madre”, en Tokio, Japón por la Sociedad Morinaga, UNESCO.
Continuamente Mendive va de una técnica a la otra, entre ellas: el gouche; el dibujo, escultura, performance, pintura; sea con acrílico u óleo, por este último material posee una preferencia digamos: que especial, por el olor aromático del mismo. Gusta de comenzar a trabajar en las mañanas, después de meditar un rato, tomar café y contemplar el paisaje de Manto Blanco[3].Es un artista que se enfrenta a la obra sin bocetear; dejando que las emociones guíen el trazo de sus manos hasta que: corazón o mente, le digan que el murmullo de la creación ha cesado; al menos, en ese momento.
Manuel Mendive Hoyo busca a través del color la paz interior, y que el espectador se adentre en la pieza de manera suave; hasta que “el embrujo” que desprende se funda en la mirada. A través de planos compositivos ha logrado proyectar la cultura afrocubana; sin folclorismo, atrapa todo el acervo iconológico de los patakies yoruba, lo cual lo convierte -sin dudas- en uno de los pintores cubanos (vivo) más originales. Natural y representativa es su extensa obra; a ello se une el rito y la magia. Desde el punto de vista formal y conceptual su trabajo se puede dividir en dos etapas; del 62 al 68: donde predominó la apariencia rustica; con un expresionismo oscuro y secreto; y la segunda desde 1968 hasta la actualidad: (precisamente) el color es quien marca las representaciones estilizadas, con una frescura que intriga pero, donde permanece “ese sello único”, que lo hace 100% cubano.
Mendive es un druida que busca solo en la vida la bendición de Olofi y hacer el bien a los hombres; sin embargo, en los más de 50 años de vida profesional, los premios y reconocimientos lo han llevado de la mano. Entre los más importantes se encuentran: en 1968 el Premio Adam Montparnasse, “XXIV Salón de Mayo”, París, Francia; y dos años después en ese mismo país el Prix Nationale en el Primer Festival Internacional de Pintura, Cannes-sur-Mer. En 1986 se alzó con el Premio Internacional en la II Bienal de La Habana; y en el 2001 le es entregado el Premio Nacional de Artes Plásticas de Cuba. Posee además, la Ordenes: Caballero de las Artes y las Letras del Ministerio de Cultura y Francofonia de la República de Francia en el 94 y la Félix Varela del Consejo de Estado de la República de Cuba; las Medallas Alejo Carpentier; de la Comuna de Saint Guiliano Terme, Italia; la Junior Olympics, Japón; y en el 2013 la UNESCO le confirió la Medalla de la Diversidad. Ha expuesto en más de 400 muestras colectivas y alrededor de 70 personales. Los principales Museos de varios países atesoran su obra; entre ellos el Museo Nacional de Bellas de Artes, el de Arte Contemporáneo en Madrid, España; los de Arte Moderno de México, Francia, Corea del Sur; así como en Tanzania, Japón, Filipinas, Panamá, Colombia y Estados Unidos.
Manuel Mendive es un creador que va del origen familiar y ancestral, a la memoria histórica de la nación. La carga sincrética de su obra parte de la santería, y de la Regla Palo Monte de la religión yoruba; del imaginario popular y los viajes a África. En su filosofía del rito: hombres, mujeres, animales, ancestros, monte… se funden y contorsionan entre sí, de forma tal, que cada figura es un híbrido. Importante resulta en su obra: el agua, y los ojos y pies de las representaciones; nítidas, ingrávidas o con contorno. Los pies en tierra sugieren que la energía entra en ese contacto directo; los ojos en cabezas y rostros indican que todo el tiempo entre los dos mundos -el sincrético y el real- hay que estar atentos contra todas las corazas. De igual manera a través de los ojos habla y mira eleggúa como orisha que abre y cierra y los caminos. Mientras que la maldita circunstancia del agua por todas partes, también forma parte de la iconografía de este artista.
Cuando se habla de Mendive, automáticamente llegan las imágenes de los más de 50 perfomance realizados. Justamente a partir de la década del 80 comienza a incursionar en ellos; fusionando: danza, música, body-painting, escenografía y vestuario en un sentido ontológico de auténtica comunión entre arte, vida, fe y amor. La alquimia afrocubana toma vida a partir de la anatomía de los cuerpos, aprovechando así la potencialidad de cada músculo y forma del modelo. La visualidad mágica del mundo yoruba vive en cada performance: vida, muerte, amor, características humanas, animales y plantas; “todos” se combinan con el gesto y la pintura. En el 2009, durante la Décima Bienal de La Habana, tuvo lugar uno de los performance más acogido y esperado por la crítica y el público “Cabezas”.
Próximo a los -primeros- 78 años de vida en este 2022 está el maestro Manuel Mendive Hoyo; visitarlo en Manto Blanco o a través de su obra, es un ejercicio de humildad, sabiduría e historia. Es escuchar la voz mestiza de la nación, la voz que lleva el azúcar, el látigo y el machete, la palma real, las aves, el tambor y la décima; es… oír la voz y el eco de Cuba.
Fuentes consultadas:
– “Mendive: en el monte suena”, Doctora Adelaida de Juan, Visto en La Habana (Recopilación de textos sobre arte). ArteCubano Ediciones, 2012. Páginas 49-53.
– “Debajo del agua con Mendive”, entrevista realizada por Argel Calcines, y publicada en Opus Habana, V. IV, No. 2, 2000, pp. 32-39. – “Mendive, pintor de mitos oscuros”, por Israel Castellanos León.
*Yuray Tolentino Hevia, poetessa
[1] Nota copiada de la página de Facebook Mendive Art. Imágenes tomadas de internet.
[2] EL siguiente trabajo es el guión realizado para el Programa “Signos” del Canal Educativo 2, de la Televisión Cubana. Forma parte de un ciclo de programas llamados “Volver a ver”; y que hablan de la vida y obra de los Premio Nacionales de Artes Plásticas de Cuba.
[3] Este es el nombre de la finca donde vive el maestro Mendive en la loma “La Peregrina” en Tapaste, poblado del municipio en San José de las Lajas, Provincia Mayabeque.