Ana Mendieta: la mujer silueta1
Partir casi siempre significa regresar aún cuando el destino es quien baraja y reparte las cartas, y presupone que el pasado es una hoja marchita que puede ser aplastada dentro de las páginas de cualquier libro. Ana Mendieta fue un haz de luz que nunca se fue. Ana fue una mujer silueta; una mujer tierra, piedra, fuego… Arte.
Nacida el 18 de noviembre de 1948 en Ciudad de la Habana Ana Mendieta Oti salió de Cuba hacia Estados Unidos el 11 de septiembre de 1961, a los doce años, en compañía de su hermana Raquel de quince. Ambas fueron parte de los más de catorce mil niños cubanos repatriados por la operación Peter Pan. Después de recorrer varios orfelinatos en el estado de Iowa, en 1966 se reúnen -ambas hermanas- con la madre y el hermano menor. Ana Mendieta falleció trágicamente el 8 de septiembre de 1985 a los 37 años de edad, en la ciudad de New York al caer desde un trigésimo cuarto piso.
La naturaleza, la memoria histórica y colectiva; las leyendas y las practicas afroamericanas que conoció de niña; su cuerpo como eje de los performance en un autentico ritual de purificación donde la sangre asumió un protagonismo inquietante fueron lev motiv en su obra. Ana alteró con un sentido artístico el paisaje -tanto rural como urbano-, para producir el máximo de efectos y sensaciones en el observador, siendo su cuerpo el principal soporte; en esta interacción con el medio ambiente tomó la materia prima necesaria: la tierra, el fuego, el agua, la madera, la roca ect.. Su obra aunque temporal quedó registrada para el futuro a través de la fotografía y el video. Escogió los lugares dónde quedarían las esculturas y su huella. Importante en lo particular para esta artista fue la apropiación y (re)interpretación de los espacios naturales con los que dialogó en un viaje -justamente- a la semilla.
En 1969 se gradúa de Bachiller en Arte en la Universidad de Iowa en Estados Unidos. Tres años después se titula en dicho centro en Máster en Pintura; es en esta etapa de formación universitaria donde gesta los primeros performance. Mendieta Oti recibió becas y subvenciones artísticas de diferentes instituciones y fundaciones entre ellas la Fundación Nacional para las Artes en el 78, 80 y 82; en 1980 la Beca Guggenheim en Escultura; en el 83 la Beca de la Academia Americana en Roma. Varios también fueron los galardones como el Premio de escultura del Estado de New York en el 79, y en el 84 el Premio en Artes Visuales por el Southeastern Center for Contemporany Art, Wiston-Salem.
Después de que en 1973 realizara Violación, primer performance en su casa; su obra derivó a una serie que tituló Siluetas, donde se eliminó ella misma como objeto material. A partir de ese momento le interesaría la huella que dejaba el cuerpo y su relación con los cuatro elementos básicos de la naturaleza: tierra, fuego, viento y agua. Comenzaría así un juego con la dialéctica presencia-ausencia, aludiendo constantemente a las relaciones entre muerte y resurrección, en un sentido doble: místico-personal e histórico-político. Mujer temperamental que buscaba regresar al vientre materno, o sea, a Cuba. Su silueta delineada con flores, ceniza, tierra, con cabellos en una Ceiba, quemada con pólvora en el aire o escarbada en la arena junto al mar frente a Cuba y con nombre Oshún; quedaría documentada a través de fotos y videos para siempre.
En enero de 1980 organizado por el Círculo de Cultura Cubana, y con 32 años de edad viaja a la Isla; entre esta fecha y julio de 1983 realizaría un total de siete viajes. La Habana; Trinidad; Cienfuegos; Bahía de Cochinos; Jaruco; Camaguey y Santiago de Cuba serían los lugares visitados. En Cárdenas y Varadero se reuniría con sus abuelos, tíos y primos. A partir de entonces Ana conoció y trabajó con artistas y personalidades del mundo del arte en Cuba.
Catalogada por algunos como puente cultural que abrió las puertas del nuevo arte que nacía en Cuba al extranjero; Ana Mendieta encontró en su segundo viaje a un grupo de artistas tan jóvenes como ella que serían los renovadores de la conciencia y de la función social del arte hasta esos momentos, su llegada coincidió con la exposición Volumen I. A partir de entonces se estableció un intercambió artístico y afectivo entre ella y estos artistas (José Bedia; Flavio Garciandía; Tomás Sánchez; Leandro Soto; Rubén Torres Llorca; Ricardo Rodríguez Brey; Juan Francisco Elso Padilla; José Manuel Fors; Gustavo Pérez Monzón; Israel León y Rogelio López Marín. (Gory). Mendieta no sólo influyó desde el punto de vista estético en esta generación sino que trajo a la Isla importantes personalidades del arte norteamericano como Carl Andre; Ruby Rich y Rudolf Baranik; ayudando así a que el arte cubano se insertara en la promoción y el mercado internacional.
En 1981 fue invitada a participar en el Primer Salón de Pequeño Formato (la pieza consistió en 25 centímetros cuadrados de tierra roja en la cual colocó 5 corazones que representan las 5 clasificaciones de las culturas indígenas, trenzados con raíces de areca) en el Hotel Habana Libre, convirtiéndose así en la primera exiliada cubana a la que se le concedía dicho permiso. En 1982 participa en el “Premio de Fotografía Cubana” con cuatro fotos que documentaban la serie Siluetas; en abril del 83 realiza la exposición personal Geo-Imago, en el Salón de los Trabajadores del Museo de Bellas Artes y un año después formó parte de la muestra colectiva “Artistas Latinoamericanos en New York” dentro de la Primera Bienal Internacional de La Habana, celebrada del 22 de mayo al 9 de junio de 1984.
La naturaleza bicultural de Ana Mendieta la convirtió en una artista de difícil clasificación. En 1981 y acompañada por algunos de los artistas de Volumen I Ana Mendieta realizó las Esculturas Rupestres en las Escaleras de Jaruco2, la obra más significativa en su tierra de nacimiento. Un total de 10 esculturas bautizadas con nombres taínos fueron esculpidas y pintadas en diferentes lugares de este sitio sobre roca caliza. Piezas nos recuerdan a las Venus del Paleolítico por sus formas femeninas opulentas, maternales y reposadas. A decir de Gerardo Mosquera: “Ana regresó a sus orígenes en estas cavernas” pues este lugar fue habitado primero por los indígenas y después serviría de techo a cimarrones y mambíes. Aunque el proyecto de las Escaleras… significó para Ana un viaje viseral a la semilla; lamentablemente se está perdiendo entre el monte; y no es muy conocido, sobre todo por los más jóvenes
Con el devenir del tiempo Ana Mendieta se ha convertido en un mito y sus inquietudes aun coexisten. Varias son las artistas influenciados por su aura. Vale destacar a María Magdalena Campos Pons; Marta María Pérez; Consuelos Castañeda y Tania Brugueras quien sin dudas ha sido y es fiel defensora del legado y la memoria de Mendieta; homenajeándola durante años a través de su obra. Partiendo de sus obsesiones íntimas Brugueras ha liberado durante años, una batalla mística y performática. Desdoblándose hasta el punto de repetir algunas obras de Ana de las cuales se ha apropiado; reconstruyendo y manteniendo vivo el perfil de esta artista en el arte contemporáneo cubano.
Durante su corta existencia Ana Mendieta Oti realizó más de 30 exposiciones entre personales y colectivas; proyección de películas y videos y performance. Estados Unidos; México; Brasil; Alemania; Italia; Colombia; Yugoslavia; Inglaterra y Cuba fueron países donde expuso su obra. Para suerte de los cubanos en la 11 Bienal de La Habana se pudo disfrutar de una selección de obras de la Colección CIFO. Gracias a Ella Fontanals-Cisnero de golpe llegaron al Museo Nacional de Bellas Artes una gran cantidad de obras de artistas contemporáneos de todas las latitudes; entre ellos la cubano – americana Ana Mendieta. Fotografías y videos mostraron el dolor y la búsqueda de las raíces de esta mujer que nunca dejó de reanudar sus vínculos ancestrales con su tierra y el universo.
En los misterios entre de la vida y la muerte Ana Mendieta Oti buscó actos únicos y que su obra estuviera en lugares apartados y efímeros. En su arte y en el furtivo adiós sin despedida grabó la imagen de la eternidad; imitación, a su manera, del orden del mundo. Mitificó sus raíces con un carácter performático en las continuas representaciones, que llevaron a que la silueta de su cuerpo y la naturaleza fueran el centro de su existir. Obra y vida fueron una eternización y una voluntad de superar el devenir. Imagen simbólica del eterno retorno del cosmo.
Bibliografía:
– López H. Iraida; Ana Mendieta, treinta años después: Al rescate de la memoria. Revista La Gaceta de Cuba, no. 3, mayo – junio / 2012. Páginas de la 30 a la 37.
– Mosquera Gerardo; Artículos de internet.
Agradecimientos:
Dayami Vega Márquez, promotora cultural de Jaruco; Alina del Árbol del Centro de Información y Documentación del Centro de Desarrollo de las Artes Visuales y al Centro Wifredo Lam.
*Yuray Tolentino Hevia, poetessa