Tamarindos en la encrucijada
La pasividad no es una receta para repetir, al fin y al cabo todos estamos condenados a la muerte y hasta la fecha -hasta los grandes dictadores- han tenido aunque sea una “pelusa” salvable. Los “buenos – buenos” aburren; de vez en cuando el caos y el portarse mal salva de la monotonía. Nada mejor que el sexo para equilibrar el stress y volver a mirar la lucha diaria.
Los antiguos, sabios al fin, dieron valor al erotismo al formar parte de su realidad. De Pompeya por ejemplo: nos llegó la Copa Warren; la estatua del dios Pan teniendo sexo con una cabra (guardada en el Gabinete Secreto del Museo Arqueológico de Nápoles); grabados de grandes falos a la entrada de las casas como sinónimo de buena suerte, así como en las aceras para ayudar a los visitantes a orientarse en dirección al distrito de prostitución y entretenimiento… No caben dudas que para los romanos las representaciones sexuales fueron sinónimo de buen gusto.
Las imágenes de primavera o shunga en Japón describían escenas sexuales de todo tipo. Impresos en rollos a partir de la técnica xilográfica estas estampas del período Edo (1603-1867) fueron muy populares hasta 1907. Grandes artistas las coleccionaron, entre ellos Aubrey Beardsley, Edgar Degas, Henri de Toulouse-Lautrec, Gustav Klimt, Auguste Rodin y Pablo Picasso; de este último se dice que tuvo en este arte erótico una fuente de inspiración y una colección de más de 60 ilustraciones .
Dania Fleites Díaz nacida en San Antonio de los Baños, provincia Artemisa, el 9 de octubre de 1965 es una artista contemporánea que retoma todo un legado y a partir de sus propios códigos lleva la obra sobre el presupuesto de un arte descarnado y para nada pasivo y mojigato. Graduada del Instituto Superior de Arte en 1993 en la especialidad de grabado y dibujo, atesora más 40 exposiciones entre personales y colectivas. Es miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba.
Al desmontar una obra de la Fleites se llega con una idea de proyecto el cual varía a medida que el observador fragmenta la pieza. La neutralidad y los prejuicios como componentes de la realidad histórica del individuo tienen que quedar fuera si se quiere desenredar el ovillo, o al menos encontrar la punta del hilo.
En la metamorfosis como artista Dania expresa su voluntad interior a partir del oficio y la técnica. El ser individual es el objeto existente del que parte una poética sustentada por una investigación ontológica que interpreta las diferentes “vivencias” humanas; no son estos los único patrones y caminos a seguir pero son los que la traen con mayor fuerza ante el mundo exterior, ante una situación X o de limite, ante la esencia de su ser en sí que vive entre o por un estado de ánimo muy específico.
Como Hegel parte del material sensible de la naturaleza y construye una forma a la cual le adjudica un significado hasta llegar al juicio a través del misterio que proviene de los diferentes símbolos utilizados a lo largo de su carrera. Entre los más reiterados están:
– la vela con la que quiere dar alegría y respeto por quienes la observan y son participe de estas historias que necesitan luz pues sin lugar a dudas ocurren en lugares prohibidos.
– el antifaz para no ser reconocida y darle misterio a la obra. Tras la máscara esta mujer no busca convertirse en el objeto actuante sino combinar su pasado y espíritu con la necesidad del ser.
– las telas de arañas construidas de múltiples formas y donde cualquiera se puede enredar, esconder y proteger, e incluso interceptar y atrapar a quien se acerque. El instinto de cazadora hace que no solo ataque sino que aceche y observe desde el escondite los movimientos de sus presas.
– la luna como Diosa Madre, es representante de lo femenino. Casi siempre es una media luna, atributo relacionado con la Diosa Isis; la gran maga y reina de los dioses; madre de la maternidad y fuerza de la naturaleza.
Importante resulta
– la autorepresentación: sea de rostro completo, ojos, labios, manos… Al igual que Sofonisba Anguissola o Frida Khalo su yo valida como algo real todo lo que ocurre a su alrededor, siendo uno de los sujeto – objeto actuante al que le falta “algo más”.
– los falos y las vulvas representan el espacio pasivo y el tiempo activo donde se origina la vida, están más allá del discurso feminista. Son el ensamblaje de una actitud irreverente donde la libertad de expresión es su escuela. El juicio filosófico – conceptual guía las referencias eróticas que componen muchos de los mundos que fabrica, donde la acción grupal no lleva al caos sino al racionamiento y el libre albedrío desde una posición ética – cognoscitiva apuntalada con fina ironía y humor.
En los últimos años Dania Fleites Díaz ha madurado el discurso, fiel a su iconografía ahora experimenta en otros soportes. Ha regresado a la pintura; en el encuentro con el color acentúa la dureza y el cinismo de una obra metafórica que sigue sorprendiendo y donde la mano de la mujer es un sello que quema. Hachas, sierras y cuchillos grabados, son objetos instalativos llenos de energía por donde se desangra, por donde habla de la violencia de géneros y de los poses frívolos y banales del mundo actual de donde toma la barby y el cañón.
Dania es una artista que no busca que sus universos suprasensibles sean aceptados con una sonrisa the boutique, no aparenta lo que no es. El arte es su conciencia real, la enajenación de lo supremo y el sentido de un espíritu compenetrado con la naturaleza y la esencia humana. Esencia de mujer no convencional… con alma de… fiera y mariposa.
*Yuray Tolentino Hevia, poetessa